Es curioso cómo a veces se busca
la calma bailando con el demonio, jugando con el dolor. Quizá sea la
tranquilidad del mal conocido, la rutina de una historia de soledad ya conocida.
Y sin embargo, el tiempo se
convierte a veces en el peor enemigo, por haber robado la seguridad que daba
esa capacidad de destrucción en el momento elegido por culpa de –o gracias a– ese
elemento recurrente que ahora a duras penas logra evocar el pasado. Por haber
robado esa sensación de saberte, de algún modo, causa de la tormenta y dueña de
la catástrofe.
Y, ahora, esa música retumbando en
tu cerebro se ha convertido en cenizas. Incluso en vida, tal vez.
¿Y cómo se llama a Lucifer cuando ha
cambiado de nombre sin transformar sus iniciales?
¿Cómo se lidera a todo un ejército
de ángeles caídos?
Tal vez sucumbiendo a la tentación.
Bailando, jugando y retando al mismo
diablo.
1 palabras:
Bailar tangos con el demonio, con su recuerdo, es la oda más suicida que conozco.
Pero ponemos la música bien alta y continuamos bailando pese a todo, pese a todos.
Un abrazo, bonica :)
Publicar un comentario
Tus palabras también son importantes.