Kate.

9.11.12

Un Do, Re, Mi me llegó desde tus ojos. Las notas musicales rompieron mi corazón con sólo un cruce de miradas. Con tus aires de saberte dueña de mi ser te presentaste como Kate.
Kate. Kate. Kate.
Tu nombre aún resuena en mis oídos, incluso cuando el ruido de mi música es más fuerte que el océano. Fuiste una estrella fugaz, un breve suspiro en el curso de mis noches. Tan repentinamente como apareciste, te marchaste. Con un rotulador negro grabaste tu número en mi brazo, pero estando contigo olvidé que la tinta se emborrona fácilmente. Tan fácilmente como tú emborronaste mi corazón. Tu nombre sigue aquí, Kate. Sístole y diástole acompasadas con las cuatro letras de mi felicidad. La K de nuestros besos, la A de tus abrazos, la T de todo lo que me hiciste ser. La E de esta eterna espera, que nunca acaba.
Kate, ¿por qué te marchaste? No dejaste ni una nota, ni una sola dirección. En sueños creí escuchar tus tacones resonando por el pasillo, pero no pensé que mi ángel pudiera marcharse olvidándome en el infierno. En el infierno en el que sigo buscándote, buscando un solo pedazo de ti. Tu perfume olvidado en algún rincón, los restos del carmín rojo pasión que adornaba tus labios, el eco de tu voz diciendo mi nombre.
Yo aún susurro el tuyo cuando nadie está escuchando, y te canto esta canción.
Por si vuelves, Kate. 

Acabo de releer este relato que escribí hace muuuuuuuuuuuuuuuchísimo pero me gusta, así que ahí está. Si no recuerdo mal, está inspirado en esta canción.

1 palabras:

LaNiña dijo...

Jijiji estaba segura de que esa canción tenía algo que ver con este relato :P

Ay, Kate, Kate... maldita Kate. Tan inolvidable, bella y dañina a la vez.
Hace mucho escribías igual de bien ;)

Un abrazo guapa

Publicar un comentario

Tus palabras también son importantes.








Afílianos

El baúl de la habitación de al lado

Palabras...

>> Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se nos presentan en el espíritu hasta que ya es demasiado tarde.
André Gide.


>> La palabra que retienes dentro de ti es tu esclava; la que se te escapa es tu señora.
Proverbio persa.




Huellas.