Dicen que el tiempo es el mejor maestro, y es él mismo
quien te ha enseñado que esa afirmación es cierta. Es extraño pensar que hay
cosas que hace escasos meses carecían de lógica para ti, cosas que fragmentaron
tu mundo, que te entraban por un oído y salían por el otro sin encontrar ningún
tipo de conexión y que ahora, de pronto, se presentan ante ti con un punto de
vista completamente diferente.
Sin embargo, comprender no siempre significa aceptar; no
lo es en este caso en el que encontrarle el sentido a algo no es suficiente
para ti, más aún al tener la certeza de que nada puede hacerse para cambiarlo.
Es una complicada resignación a lo imposible, y tal vez no te sientes tan mal
como deberías, como el “tú” de hace unos meses, pero algo es, una pequeña gran
espina en el centro de la frustración, un quedarse de brazos cruzados mientras
algo dentro de ti te pide que grites.
O quizá sí te sientes tan mal como entonces, peor incluso, pero no
de la misma manera, porque hay una voz susurrando que nada se puede hacer, que
te recuerda la caducidad del maestro Tiempo, que avanza al ritmo de unas
variables que comienzan a ser demasiado pesadas para superar. Y realmente el
problema no es el presente, cuando las cosas merecen la pena se encuentra valor
y ganas incluso debajo de las piedras, sino el saber que querrás y necesitarás
más mientras que tendrás que conformarte con menos o un “lo mismo” que por
culpa de los meses reducirá su valor.
Lo comprendes ahora cuando antes no cuadraba en tu
hipersensible pensamiento.
Lo comprendes ahora y sabes por qué cauce continuarán las
cosas.
Pero no importa. Porque mientras haya un mínimo, sin ser
suficiente, igualmente lo será.
2 palabras:
Que el tiempo nos cambia es algo obvio. Igual que las olas que erosionan los acantalidados, el paso de los días y los meses nos va purgando, arrancándonos pedazos de nuestra personalidad y dejando expuestas otras facetas y sentimientos. ¿Para qué engañarnos? Hasta el amor más puro y diamantino se disuelve en un montón de arena según las manecillas del reloj nos van aplastando.
Dios santo, pero qué estúpido estoy hoy xD Solo quería pasarme para felicitaros por el éxito de Mentes Corrientes (avisadme de cuándo lo estrenéis y seré el oyente y fan número uno), pero al ver el texto me ha dado el ataque :P
Un beso enorme y, de nuevo, muchas felicitaciones y suerte para la universidad ^^
Hay una canción que dice que la sabiduría llega cuando ya no sirve para nada, creo que tiene su parte de razón. Es decir, nos evita cometer dos veces el mismo error, aunque por otra parte los seres humanos somos zafios y nos obcecamos en los mismos errores una y otra vez, así que de sabia tenemos poco; como mucho podemos ser sabios para aconsejar a los demás, lo malo es que nos cuesta aplicarnos a nosotros mismos esos consejos. De todos modos es cierto que, sobre todo a cierta edad, no dejamos más que dar cambios drásticos. De todas formas enigmática esta entrada.
Saludos.
Publicar un comentario
Tus palabras también son importantes.