Dormir con los ojos abiertos

14.10.14



Te miro desde una línea perpendicular a mi vida, desde la cual puedo ver que tu cuerpo ha atravesado mi alma y me siento bien con este amor sobre mi espalda, apaciguando la calma inquieta que me persigue cuando te vas. Hay en mi almohada más pesadillas que números en mi cabeza y sólo he dormido a salvo cuando cambié el frío por tu pecho y dejé, de hecho, que el ruido de tus latidos fuera la razón para seguir despierta, alerta, atenta a tu presencia que ayer era real y hoy sólo es humo. Bastaron 6 míseras horas para convertir tu boca en algo que se esfumó nada más subirme al autobús. Y ¿cómo decirle al reloj: “vuelve al pasado” si acertar bien en la diana tiene una probabilidad contada? Limitada por la realidad de tus pies en otras calles, lejos de alcanzarme y desgarrarme la verdad. Dime qué nos quedará si una misma zona horaria tiene vidas diferentes: tu pasado y mi presente, y el amor no da la excusa para escaparnos de aquí.
Y aunque piense a largo plazo, en las posibilidades que hemos dibujado, aunque eche un vistazo al futuro sigo viendo en mí el miedo a perderte y la triste realidad de que hoy tu vida está fuera de mis manos.

2 palabras:

Óscar Sejas dijo...

Casi siempre aterra lo que no podemos controlar, lo que no está en nuestros manos, pero tal vez sea sólo una sensación, pues a veces creemos controlar lo que tenemos cerca cuando en realidad no controlamos nada...

Tal vez la cercanía proporcione calma, pero no control.

Salud.

Alice... dijo...

Su vida siempre estuvo fuera pero en algún momento el decidió ponerla en tus manos, a veces esos instantes son muy cortos y otros son más duraderos, creo que he leído por ahí que soltar el pasado es abrirle la puerta al futuro así que tu decides cuando la abres...
Un sonrisa <3

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El baúl de la habitación de al lado

Palabras...

>> Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se nos presentan en el espíritu hasta que ya es demasiado tarde.
André Gide.


>> La palabra que retienes dentro de ti es tu esclava; la que se te escapa es tu señora.
Proverbio persa.




Huellas.