Te miro desde una línea
perpendicular a mi vida, desde la cual puedo ver que tu cuerpo ha atravesado mi
alma y me siento bien con este amor sobre mi espalda, apaciguando la calma
inquieta que me persigue cuando te vas. Hay en mi almohada más pesadillas que
números en mi cabeza y sólo he dormido a salvo cuando cambié el frío por tu
pecho y dejé, de hecho, que el ruido de tus latidos fuera la razón para seguir
despierta, alerta, atenta a tu presencia que ayer era real y hoy sólo es humo.
Bastaron 6 míseras horas para convertir tu boca en algo que se esfumó nada más
subirme al autobús. Y ¿cómo decirle al reloj: “vuelve al pasado” si acertar
bien en la diana tiene una probabilidad contada? Limitada por la realidad de
tus pies en otras calles, lejos de alcanzarme y desgarrarme la verdad. Dime qué
nos quedará si una misma zona horaria tiene vidas diferentes: tu pasado y mi
presente, y el amor no da la excusa para escaparnos de aquí.
Y aunque piense a largo plazo, en
las posibilidades que hemos dibujado, aunque eche un vistazo al futuro sigo
viendo en mí el miedo a perderte y la triste realidad de que hoy tu vida está
fuera de mis manos.
2 palabras:
Casi siempre aterra lo que no podemos controlar, lo que no está en nuestros manos, pero tal vez sea sólo una sensación, pues a veces creemos controlar lo que tenemos cerca cuando en realidad no controlamos nada...
Tal vez la cercanía proporcione calma, pero no control.
Salud.
Su vida siempre estuvo fuera pero en algún momento el decidió ponerla en tus manos, a veces esos instantes son muy cortos y otros son más duraderos, creo que he leído por ahí que soltar el pasado es abrirle la puerta al futuro así que tu decides cuando la abres...
Un sonrisa <3
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