Niagara Falls. La vida por fascículos

15.5.14

Y de repente ese hormigueo.
Esa felicidad que te inunda al cerrar una etapa de tu vida. Y al igual que las cosas malas vienen juntas, las buenas no pueden ser menos.

Ese hormigueo.

Esa sonrisa que tiene poco de estúpida y que aparece cuando piensas en esa relación. No, no esa de amor de princesas superficiales, sino una amistad que pensabas inexistente y una noche, en frente de un sucio y destartalado retrete, se vuelve real y tangible. La ves nacer, sientes lo mismo que en el momento en el que aparece el padre de una criatura recién nacida en la sala de espera de maternidad con una sonrisa de oreja a oreja asintiendo como si se le fuese la vida en ello tras horas y horas de expectación.
Y cuando te dices las verdades, cuando todo lo que pensabas de la otra persona brota como el agua de Niagara Falls, y cae en una perfecta armonía de ideas mutuas, se te rompen los esquemas y no tienes ni una mínima intención de reconstruir esa mierda que solo coartaba el fluir de impresiones.
Adoro esa sensación, la de descubrir una pepita de oro que estaba en mi camino y apenas vi, por ciega, incauta, acelerada e impulsiva.


Adoro la sensación de descubrir personas, porque hace que me descubra a mí misma.

1 palabras:

Óscar Sejas dijo...

A veces los tesoros más grandes están ante nuestras propias narices y no nos damos cuenta :-) Pero es genial que eso cambie y de pronto brillen y nos enriquezcan.

Salud.

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Palabras...

>> Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se nos presentan en el espíritu hasta que ya es demasiado tarde.
André Gide.


>> La palabra que retienes dentro de ti es tu esclava; la que se te escapa es tu señora.
Proverbio persa.




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