Lloro impotencia frente a una
pantalla inerte cada vez que vierto y escondo la realidad de mis pupilas. Soy
una marioneta de los golpes desviados de suerte, de las balas que sólo rozan mi
hombro sin llegar a impactar para sacarme la espina clavada. Matemos moscas a
cañonazos. Es duro batirse en duelo cuando no ves a tu contrincante, y al final
ese desgaste agota más que una guerrilla. Disparas alrededor sin ver, sin
apuntar, sin acertar. Los cristales estallan antes del impacto por saber lo que
les espera.
No hay campo de batalla mayor que
en el que luchamos.
Y así, la guerra durará años.
0 palabras:
Publicar un comentario
Tus palabras también son importantes.